Mecanismos
de de forestación
El Panel
Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU ha estimado que la
deforestación y la degradación de los bosques representa aproximadamente el 17
por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (IPCC,
Informe de Evaluación de 2007). Esto representa más que todo el sector de
transporte del mundo y ocupa el tercer lugar tras los sectores de energía (26%)
y de la industria (19%).
Se calcula que 1.700
millones de toneladas de carbono se emiten anualmente a la atmósfera como
resultado del cambio en el uso del suelo. Una gran proporción de estas
emisiones provienen de la deforestación en zonas tropicales (CIFOR 2015). Según
datos de la FAO (2007), en América del Sur se deforestan alrededor de 4
millones de hectáreas anualmente, una tendencia difícil de revertir debido a
que la mayoría de países carece de instituciones y capacidades suficientes para
hacerlo. Las causas de la deforestación suelen ser socioeconómicas. La
expansión de la agricultura es la principal; seguida por la construcción de
infraestructura y la extracción de madera. Estos factores suelen combinarse,
pero la situación se agrava aún más por un elemento adicional, la débil gobernanza
forestal. En el caso de la Amazonía, sobresale la construcción de carreteras y
otras obras de infraestructura como causas importantes.
Reconociendo la
importancia de la conservación de los bosques en la lucha contra el cambio
climático, en 2005, un grupo de países liderado por Papúa Nueva Guinea y Costa
Rica, llevó el tema de la deforestación evitada a la agenda de la Conferencia
de las Partes, realizada en Montreal (COP 11) bajo la presentación del
documento: “Reducción de emisiones de la deforestación en países en vías de
desarrollo: abordajes para estimular la acción”.
Posteriormente, durante
la COP 13, realizada en Bali en 2007, la CMNUCC reconoció la reducción de
emisiones por deforestación y degradación de los bosques (REDD) como un
mecanismo válido en la lucha contra el cambio climático, al ser una medida de
mitigación costo-efectiva que tendría sinergias con la adaptación y el
desarrollo sostenible, ya que proyectos de deforestación evitada podrían
fortalecer la protección de los bosques y a su vez contribuir a los esfuerzos
para la mejora de la calidad de vida de las comunidades rurales que dependen de
los bosques para su subsistencia.
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